Dimarts 26 de Setembre
Èxode 31 i 32
Anda,
haznos un dios que nos guíe pues no sabemos qué le habrá pasado a ese Moisés,
el hombre que nos sacó de Egipto.
Es evidente que el pueblo
cayó en la idolatría y nosotros, los seguidores de Jesús, podemos hacer
una lectura superficial del tema y pensar que el punto clave es que se
fabricaron un ídolo. Esto nos puede llevar a creer que estamos a salvo de
semejante peligro ya que no tenemos imágenes o estatuas en nuestras
vidas.
Sin embargo, el punto
central de la idolatría consistió en buscar un sustituto a Dios para
que guíe nuestras vidas. La idolatría se plasma en tener un norte
diferente a Jesús, en darle el lugar central y vertebrador de nuestro
proyecto vital a otras cosas, puede ser el trabajo, el placer, el poder, la
auto-realización, el trabajo cristiano, la iglesia, cualquier cosa que sea la
que nos provea de dirección y sentido en nuestra vida.
Martín Lutero, el gran
reformador del siglo XVI ya afirmó que dios es cualquier cosa que ocupa el
primer lugar en tu corazón. Podemos correr el riesgo de apuntar con rapidez a
los becerros de oro en las vidas de otros y ser ignorantes, al mismo tiempo, de
nuestros propios becerros, de aquellas cosas y/o personas que son la base de nuestra
seguridad, sentido y propósito.
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