Dissabte 23 de Setembre
Èxode 27 i 28
Y así, cuando Aarón
entre en el santuario llevando puesto el pectoral con los instrumentos del
juicio, llevará también sobre su pecho el nombre de los hijos de Israel ante la
presencia del Señor, para que Él los recuerde siempre.
Estos pasajes hablan sobre las vestiduras de los sacerdotes. Uno de los
ornamentos era el llamado pectoral del juicio donde, como se indica, se
colocaron doce piedras en recuerdo de cada una de las tribus de Israel. El
propósito, como indica el versículos reproducido, era llevar siempre al pueblo
ante la presencia del Señor.
De hecho, la tarea fundamental de todo sacerdote es llevar al pueblo
ante la presencia de Dios y llevar al Señor ante su pueblo. Es bonito que en
latín la palabra sacerdote es pontifex que, literalmente, significa
constructor de puentes. Ilustra muy bien la idea de que el sacerdote establece
puentes entre Dios y los hombres.
Nosotros, según dice el apóstol Pedro, somos un pueblo de sacerdotes y,
por tanto, estamos llamados a construir puentes entre Dios y las personas. Hay
dos maneras prácticas en que podemos hacerlo, la primera, hablándole a Dios
acerca de los hombres, orando, intercediendo por ellos, trayéndolos ante su
presencia por medio de la intercesión. La segunda, hablándoles a los hombres de
Dios y su deseo de reconciliarse con ellos y darles nueva vida.
Me parece que el pectoral tenía una clara función pedagógica, ayudar al
sacerdote, al constructor de puentes, a no olvidarse de su responsabilidad. Me
pregunto si necesitamos nuestra propia versión del pectoral que nos ayude a ser
más voluntariosos, intencionales y proactivos en nuestra labor.
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