LECTURA DIJOUS 27/10/16 SALM 22

Dijous 27 d’Octubre

Mateu 7: 24-27
Salm 22

¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
¿Por qué estás ajeno a mi grito, al rugido de mis palabras?
Dios mío, te llamo de día y no respondes de noche y no hallo descanso.

Los salmos son oraciones que nos ayudan a hablar con Dios. Por medio de ellas podemos expresarle y verbalizar todos nuestros estados de ánimo, todas las estaciones por las que puede pasar el alma humana.

En su primera parte, este salmo expresa el sentimiento de abandono que David experimenta delante de Dios, la sensación de sentirse olvidado y completamente a su propia suerte.

David compara su situación de abandono con la intervención de Dios en el pasado en la historia del pueblo de Israel. Ellos clamaron y el Señor actuó, sin embargo, no hace lo mismo con él y, por tanto, su situación se agrava hasta el punto de llegar a la muerte. El salmista con gran crudeza describe su deterioro físico, mental, social y espiritual.

Sólo al final del salmo se produce un cambio de ritmo y contenido. Cuando parece que no existe ninguna esperanza ante esta situación de abandono hay otro grito nuevo, en este caso de esperanza:

Porque no ha desdeñado ni despreciado la desgracia del desgraciado,
no le ha escondido su rostro; cuando pidió auxilio, lo escuchó.

Es por eso que David nos exhorta con estas palabras:

¡No perdáis el ánimo!

Me he sentido muy identificado con este salmo. Hay ocasiones en las que mis sentimientos han sido de abandono por parte de Dios. Además, al compararme con otros y ver como otros eran bendecidos por el Señor, mi sensación de desamparo y desesperanza no ha hecho sino aumentar y ha contribuido a mi deterioro emocional, mi frustración y mi depresión.

En esas ocasiones, y en otras que sin duda vendrán, he de recordar que puedo orar a Dios usando el salmo 22, siendo sincero a la hora de expresar cómo me siento, mi estupefacción al ver cómo el Señor bendice a otros cuando yo parezco estar desamparado pero, eso si, sin olvidar que Dios no ha dejado nunca de escuchar mi clamor y, por tanto, no debo de perder el ánimo en que en su momento intervendrá.

Un principio.
Dios convierte tu grito de abandono en clamor de jubilo.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada