Divendres 28 d’Octubre
Mateu 7: 28-29
28 Quan Jesús hagué acabat aquests ensenyaments, la gent va quedar admirada de la seva doctrina, 29 perquè els ensenyava amb autoritat i no com ho feien els mestres de la Llei.
Salm 23
El
Señor es mi pastor
1 El Senyor és el meu pastor:
no em manca res.
2 Em fa descansar en prats deliciosos,
em mena al repòs vora l'aigua,
3 i allí em retorna.
Em guia per camins segurs,
per amor del seu nom;
4 ni que passi per la vall tenebrosa,
no tinc por de cap mal.
Tu, Senyor, ets vora meu:
la teva vara i el teu bastó
em donen confiança.
5 Davant meu pares taula tu mateix
enfront dels enemics;
m'has ungit el cap amb perfums,
omples a vessar la meva copa.
6 Ben cert, tota la vida m'acompanyen
la teva bondat i el teu amor.
I viuré anys i més anys
a la casa del Senyor.
El salmo 23 es con toda
seguridad el más conocido de todo el salterio y ha sido de ánimo para los
creyentes durante generaciones y generaciones. No soy una excepción en ese
sentido y el poema de David, pastor antes que rey, ha sido de inspiración, ayuda
y apoyo en épocas muy especiales de mi vida.
El pastor descrito por David
es profesional y sabe lo que hace con sus ovejas. Las protege y cuida, las
alimenta y da de beber y las lleva por el camino adecuado. Incluso en los
momentos en que se ha de transitar por caminos peligrosos y difíciles está al
lado y con su vara y cayado ofrece protección y seguridad. Sin ningún lugar a
dudas nos encontramos ante un auténtico profesional del pastoreo que transmite
una sensación de seguridad a sus ovejas. Es un pastor que en todo tiempo sabe
lo que hace.
Esto me ha hecho pensar en
Dios como mi pastor y recordar que Él siempre sabe lo que hace, aunque yo no
siempre entienda lo que lleva a cabo, cómo lo hace y por qué lo consuma. Me
ha hecho meditar que en muchas áreas de mi vida -no sin temor en ocasiones- me
confío en las manos de profesionales en diversos ámbitos porque saben lo que
hacen y, me guste o no, he de dejarles el control y permitir que actúen.
La lección para mí es la
necesidad que tengo y que, sin duda, tendré, de dejarle el control a Dios, de
confiarme y descansar en Él porque sabe, en todo momento lo que hace.
Un principio.
Dios siempre sabe lo que hace.
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